Lejos de apaciguar los ánimos, el presidente Donald Trump amenazó a los manifestantes antirracistas con militarizar las calles y más represión.
Varios de los locales ubicados sobre la Quinta Avenida, una de las más emblemáticas de Manhattan, fueron destrozados y saqueados después de las 9 de la noche cuando comenzó el toque de queda. Poco antes la policía había arremetido contra los manifestantes con gases lacrimógenos en un infructuoso intento por hacer cumplir el toque de queda.
A las multitudinarias marchas a lo largo de todo el país para poner fin a la violencia policial y racista, el presidente Trump respondió con nuevas amenazas lo que se tradujo pocas horas más tarde en la jornada más violenta de las protestas que desató el asesinato de George Floyd.
Antes de amenazar con la militarización de las calles Trump trató de terroristas a los manifestantes antirracistas, habló de «terror doméstico», de «anarquía» y se fotografió con una biblia en la mano.